Un día como cualquier otro, no era un día especial, ni simbólico, solo un día cualquiera. Alguien decidió que tenias que marcharte, quizá fue Dios, el destino o el universo. Solo te fuiste, un día cualquiera, sin despedidas, sin preguntas y sin respuestas.
Fue un día obscuro, sin resplandor, el sol salió pero no brilló, mi corazón se detuvo por un momento al enterarme de tu partida, yo sabía que nunca nada tendría el mismo sentido en mi vida y lloré en silencio y sufrí la angustia de perderte esta vez para siempre.
- Cuando perdemos a un ser querido podemos creer lo que sea, creemos en el alma, el cielo y la reencarnación. Pensamos que como esa persona ya no sufre, tiene el poder de volar a donde mejor le plazca, que debe estar disfrutando de su comida favorita y sintiendo mucha alegría. Pensamos que si lo añoramos lo suficiente quizá vuelva como el viento y nos pase por la piel. - Eres mi primavera.
Solo te fuiste pero quizá algún día nos volvernos a encontrar, en otro tiempo, en otro espacio, en otro cielo. Haré lo posible por mantenerme fuerte.
Y mientras tanto te estoy buscando en cada recuerdo donde pueda encontrarte.