Un reciente descubrimiento, publicado en la revista "Nature Aging", ha abierto nuevas posibilidades para el desarrollo de terapias destinadas a mejorar la salud de la piel, según un equipo de investigadores liderado por la Dra. Guiomar Solanas y Salvador Aznar Benitah del Instituto de Investigación Biomédica (IRB), junto con Holger Heyn del Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG).
Los investigadores destacan que el envejecimiento de la piel se caracteriza por cambios estructurales y funcionales que gradualmente contribuyen al deterioro y fragilidad asociados a la edad. La piel envejecida presenta una capacidad de regeneración reducida, cicatrización deficiente y una función de barrera disminuida. Los científicos han identificado los cambios que experimentan los diferentes tipos de células en la piel con el envejecimiento, destacando el aumento de los niveles de IL-17 en algunas células inmunes de la piel.
"Los resultados de nuestro estudio demuestran que IL-17 está involucrada en diversas funciones relacionadas con el envejecimiento de la piel. Al bloquear esta proteína, se puede retrasar la aparición de varias deficiencias asociadas al envejecimiento de la piel, lo que abre nuevas posibilidades para tratar los síntomas y facilitar la recuperación de la piel después de cirugías", destacó Aznar Benitah, jefe del laboratorio de Células Madre y Cáncer del IRB.
Heyn, jefe del laboratorio de Genómica de Células Individuales del CNAG, agregó: "La secuenciación de células individuales nos ha permitido profundizar en la complejidad de los tipos de células y los estados que conforman la piel, y cómo estos cambian durante la vida. Hemos encontrado diferencias en la composición de la piel envejecida, así como cambios en los estados de actividad de las células".
Además de células epiteliales y células de folículos pilosos, la piel también alberga células del sistema inmunitario que desempeñan un papel crucial en la prevención de infecciones y en la protección contra agresiones externas. Durante el envejecimiento, ciertas células inmunes, como las células T gamma delta, las células linfoides innatas y las células T CD4+, aumentan significativamente en la piel y presentan niveles elevados de la citoquina proinflamatoria IL-17.
"El envejecimiento se asocia con una inflamación leve pero persistente, y en la piel esto se caracteriza por un aumento significativo de IL-17, lo cual contribuye al deterioro de la piel", detalló Paloma Solá, primera autora del estudio. Ya se había descubierto previamente que IL-17 está relacionada con enfermedades cutáneas autoinmunes como la psoriasis, y existen tratamientos que bloquean esta proteína.
Los científicos estudiaron la respuesta al bloqueo de la actividad de IL-17 en diversos aspectos, como el crecimiento del folículo piloso, la pérdida de agua transepidérmica, la cicatrización de heridas y los marcadores genéticos del envejecimiento. Observaron mejoras en estos cuatro parámetros después del tratamiento, lo que retrasó la aparición de características propias del envejecimiento.
"La proteína IL-17 es esencial para funciones vitales del organismo, como la defensa contra microorganismos y la curación de heridas. Por lo tanto, bloquearla de forma permanente no sería una opción viable. Sin embargo, hemos observado que su inhibición temporal ofrece beneficios interesantes desde una perspectiva terapéutica", concluyó la investigadora Guiomar Solanas.
Los científicos del IRB tienen como próximo objetivo investigar qué procesos del envejecimiento están relacionados con los estados inflamatorios en la piel y cómo se vinculan con IL-17. Además, pretenden determinar si esta proteína desempeña algún papel en el envejecimiento y deterioro de otros tejidos y órganos.
Con información de: Forbes México.